Hoy mismo en este mismo segundo,
Ahora,
En el propio espacio fugaz del ya,
Recorrería contigo las calles,
Como si se nos perdiera acaso el mundo,
O como si las resistencias de luz,
Una a una fueran a apagarse para siempre…
Y estarás colmada de todo,
O no te atreves a pulsar como yo,
Los interruptores de mi voz de almíbar,
Que se empalagan si tu nombre,
Si tu nombre se hace dueño de todo verbo que circunde,
Que ronde tus pies,
Tus manos, tu boca,
Tu divino delito a despistarte de mí…
En la mayoría de edad del amor,
Este sigue siendo irresponsable,
Porta cicatrices,
Como porta retratos de infancia,
E infantil y desmemoriado,
No se ya cuanto sufrí,
Hasta llegar hasta ti,
O cuanto padezco mientras sangro,
Cuando quiero escucharte,
Y mis ganas no te tocan…
La luna afuera dispensadora de tanta rabia,
De tantos amantes que se quedan frente a frente,
Y el silencio les rasga de un tajo las manos,
Así yo tengo partido en dos trazos mi tacto,
Escribo pensando en los botones que accionen tu cuerpo,
Y tu cuerpo es una cosa lejana,
Un dibujo veloz que no me acontece…
Cuando los parpados tiemblen a la velocidad de la luz,
De los sueños,
Se descubra por fin cuan aun más rápida,
Es la velocidad de la utopía,
Y nuestros cuerpos,
Sean chismes dormidos,
Ajenos, repetidos,
Cuando sean nuestros cuerpos,
Simples cuerpos,
Y no sean ya entonces nuestros cuerpos,
Serán todos los cuerpos,
Todos los cuerpos que recorrerán las calles hoy mismo…
Tu frente guarda todo el vocabulario “secreto”,
Que mis ojos han de padecer,
En la alegría o en el llanto,
Siempre quiero villano,
Apartar con mis dos manos toda incertidumbre,
Que atas criminal en lo claro de tus ojos…
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