martes, 20 de diciembre de 2011

SABEMOS:

Sabemos los nombres y apellidos de los ladrones, conocemos los deudores que nos han dejado en ruinas y estamos condenados a pagar sus miserias de avaricias desbocadas, peor aún nos silenciamos entre nosotros mismos, porque entre tanta tiniebla no alcanzamos a ver lo claro.
Sabemos los paraísos que se siguen construyendo, mientras nos preparan un calido invierno entre compras de hambre, conocemos los propios delitos del tiempo, que nos conjuraron a creer en el todo o nada de “Europa” sin constitución que la gobierne.
Sabemos del delito de ser pobre, del soborno del banquero al embaucador de verbo enlatado, conocemos de los desmanes del disparate, quien se hace trajes a la medida de nuestro desconcierto.
Sabemos quienes fueron los culpables, como sabemos que nos hacen ser comparsa, testigos mudos, juez y parte sin tribunal, y seguimos sin capacidad de encontrar la absolución a aquellos que ya nos condenan.
Sabemos porque ya no somos ingenuos, quienes cercenan nuestros sueños a plazo fijo de deudas, conocemos el precio que debemos pagar por ser rebaño nada más, y además estupefactos contemplamos atónitos, como juegan con nuestro trabajo.
Sabemos ya las mentiras del cheque en blanco del capitalismo, conocemos lo siniestro de la ideología del mercado, pero andamos comprando a estas alturas de los fines del drama, nuestra felicidad empaquetada, conocemos todo, hasta detalles de cuentas que lastran el futuro de generaciones enteras.
No sabemos acaso como dar voz a nuestros gritos, porque hace mucho tiempo que hemos dejado que otros hablen por nosotros, no conocemos la formula de ponernos de acuerdo y espantar a esos viejos fantasmas de bolsillo engordado, ellos que hablan de crisis, que confabulan con las monedas que se timbran con el sudor del obrero, jugando ociosos con los ahorros de tantos meses, esos que no necesitan, esos que si han sabido espantar nuestros sueños.

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